Se consideran vino tinto aquel producido con uvas tintas, entre las que encontramos diferentes variedades como tempranillo, garnacha, graciano o mazuelo.
Además de la variedad de la uva, el modo de elaboración también se deja ver en el color del vino tinto. La tonalidad depende del tiempo que el vino esté en contacto con diferentes agentes como la piel, la semilla, el raspón o el tipo de madera de la barrica. Estos elementos pueden aportar diferentes matices al vino, desde el color teja hasta un tono más violáceo.